Cobertura de Prensa

Ago 16, 2013

La nueva generación tecnológica de Japón

TOKIO — Todos los miércoles, un bar en el área céntrica de Tokio organiza un original evento de citas rápidas. Hay tragos y muchas miradas tímidas. Pero los jóvenes del bar no están aquí buscando un romance.

«Quiero conocer a personas con intereses similares… básicamente, a personas que entiendan de Internet», dice Shingo Hiranuma, de 29 años, ex ingeniero de smartphones de Toshiba que recientemente presentó una nueva aplicación de mapas, Sanpo. «Y no me conformaré con cualquier persona.»

A medida que los antiguos gigantes tecnológicos japoneses, como Sony y Panasonic, continúan flaqueando, está surgiendo una nueva generación de emprendedores tecnológicos japoneses. Aunque son pocos en comparación con sus pares en Estados Unidos, están aprovechando la ayuda de muchas incubadoras de emprendimientos e incluso financiamiento de Silicon Valley. Y los llamados salones de citas para emprendimientos, como el bar en el centro de Tokio, están ayudando a que potenciales colaboradores se conozcan.

«En la actualidad hay mucha incertidumbre en Japón, y eso hace que los japoneses más jóvenes estén más dispuestos a arriesgarse y a probar nuevas ideas», dijo Hiro Maeda, de 26 años.

Maeda estudió en la Universidad Bucknell, en Pensilvania, y trabajó en varios emprendimientos en Estados Unidos antes de volver a Japón para crear Open Network Lab, una incubadora con base en Tokio.

Open Network Lab ha financiado cinco rondas de emprendimientos desde sus comienzos en 2010. Maeda dice que recibió cerca de 100 solicitudes durante su ronda más reciente este año, más del doble que el año anterior. El laboratorio proporciona financiación inicial, oficinas y orientación.

Japón tiene mucha necesidad de una infusión de sangre emprendedora. El país, con su economía aletargada y su población envejecida, bajó al puesto 25 en la tabla de posiciones de innovación global más reciente desarrollada por las Naciones Unidas, quedando fuera de los 20 mejores por primera vez desde los comienzos de la encuesta en el año 2007.

Y queda cada vez más claro que no se puede contar con las grandes empresas de electrónicos del país para que impulsen innovación. Los gigantes tecnológicos de Japón, del área de los productos desde televisores hasta smartphones, con su competitividad debilitada por un yen fuerte, están sufriendo grandes pérdidas y los están superando rivales extranjeros más jóvenes y baratos.

Más que nunca, muchas innovaciones parecen incrementales o simplemente ridículas. La blogosfera japonesa recibió con burlas el lanzamiento de una lavadora «conectada» que puede operarse de forma remota con un smartphone, con un valor de $4500, fabricada en agosto por Panasonic. «¿Panasonic ha perdido el rumbo?», preguntó un bloguero.

Aún así, los emprendedores tecnológicos japoneses deben superar muchos obstáculos para tener éxito donde han fallado los gigantes.

La sociedad japonesa continúa venerando la lealtad de por vida a una empresa, al tiempo que penaliza la toma de riesgos y el fracaso. El gobierno ha creado una complicada red de regulaciones que pone obstáculos a los nuevos participantes. Y no solo los potenciales emprendedores temen correr riesgos, sino también los inversionistas, que todavía prefieren apuntalar a empresas con trayectoria en lugar de ayudar a las nuevas.

«Ya sea que se trate de impulsar la innovación o de crear nuevos empleos, está claro que Japón necesita una nueva estrategia», dijo Taizo Son, quien ayudó a lanzar Yahoo Japón con su hermano, Masayoshi Son, en 1996, y ahora lidera el fondo de inversiones de riesgo Movida Japan. «Pero todo está en contra de quienes se atreven a intentarlo.»

Según Venture Enterprise Center, con base en Tokio, el valor de las inversiones por parte de los aproximadamente 50 miembros de su fondo de inversiones de riesgo se incrementó a 24,6 mil millones de yenes (316 millones de dólares) en 2011, un 35 por ciento más alto que el año anterior. Pero eso es apenas una pequeña fracción de los $12,6 mil millones en inversiones de riesgo recaudados por empresas de Silicon Valley ese año, según Ernst & Young.

La proporción de la población empleada involucrada en emprendimientos en Japón (medida por un portal de emprendimientos, InternationalEntrepreneurship.com) fue del 3,3 por ciento en 2010, uno de los índices más bajos del mundo industrializado. En Estados Unidos, la métrica equivalente fue del 7,6 por ciento.

Satoshi Sugie, Junpei Naito, Muneaki Fukuoka y Hiroshi Kurita se cuentan entre quienes lo están intentando. Todos dejaron trabajos cómodos (en Nissan, Sony, Olympus y la empresa publicitaria más grande del mundo, Dentsu) para trabajar en Whill, un dispositivo que se coloca en las sillas de ruedas para convertirlas en vehículos eléctricos.

Se trata de una gran apuesta para los fundadores. Dado que no lograron obtener grandes inversiones, los seis millones de yenes que se dedicaron al desarrollo de un prototipo vinieron de sus ahorros. Después de que la empresa fuera invitada a exhibir el prototipo en Tokyo Motor Show el año pasado, dice que se ha visto inundada de consultas provenientes de Japón, Europa y Estados Unidos. El emprendimiento se prepara para anunciar un nuevo modelo la semana próxima.

«En Whill, trabajamos a una velocidad muy distinta que Sony», dice Naito, que tuvo la idea para Whill antes de dejar su trabajo como ingeniero de productos de Sony este año. «Hacemos avanzar todo mucho más rápido, y eso me gusta.»

Makoto Fukuyama, de 27 años, y Kota Uemura, de 25, ex empleados de Google que fundaron Social Lunch en octubre, también han visto surgir interés entre los usuarios.

La aplicación Social Lunch, basada en Facebook, ayuda a jóvenes profesionales a organizar almuerzos de negocios informales para expandir sus redes sociales. El emprendimiento ahora tiene 60 000 usuarios y está agregando 10 000 más por mes. Este año obtuvo 32 millones de yenes en capital inicial de parte de un nuevo fondo para emprendimientos iniciado por KDDI, la segunda firma de telecomunicaciones más grande de Japón, pero ha descubierto que pocos inversores de Japón están dispuestos a ofrecer sumas más grandes.

Lea el artículo original en el New York Times